La infancia es el
momento perfecto para fomentar la expresión de las emociones, pues con el paso
del tiempo aparecen inhibidores como la vergüenza o el miedo a lo que piensen
los demás de lo que somos o lo que sentimos, factores que suelen convertirse en
fuertes limitantes que nos impiden relacionarnos sanamente con quienes nos
rodean.
Utilizando recursos
sencillos como una conversación, cantar, bailar, jugar a las caras y gestos o
simplemente con las actividades gráfico plásticas podemos favorecer la
capacidad para compartir y gestionar de mejor manera sus sentimientos y
emociones.
Pienso que no hay
mejor regalo para quien nos abre su corazón que apreciar estas manifestaciones
valorando su contenido, escuchando con atención, permitiendo la libertad de
expresión, y devolviendo de igual manera
una respuesta honesta de la sensación que nos produce saber que es lo
que siente quien esta a nuestro lado.
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